La Zahúrda más Sórdida 2: Predator

(Como todas las entradas de la Zahúrda más Sórdida, su autor es Chema Chemisimus, yo sólo le proporciono blog dónde albergarlo)

Cuando uno visiona «Shark Attack 3: Megalodon» espera quedar impresionado por el tamaño y virulencia del tiburón…quiero decir, del ancestro del tiburón blanco. Sin embargo, el cine de serie B goza de una lógica propia, ni aristotélica ni paradójica. Fruto de ello, al final de un filme de terror abisal uno se encuentra esto Shark Attack 3 – That Famous Line. Sí, eso es, ella dice: «Estoy agotada», y él responde: «Yo también. Sabes, estoy realmente alterado, ¿qué me dirías si te llevo a casa y te como el mejillón (digo mejillón por suavizarlo)?». Bueno, de una manera remota, no se sale del ámbito zoológico. Pero claro, es que en toda la película, pese a estar en una zona costera, nadie dice nada acerca de comer marisco, y de repente te sueltan eso. En fin, como intento ser positivo, al menos me quedó más claro el concepto del «salto del tiburón».

Pues bien, hablando de grandes y letales depredadores, La sórdida zahúrda se propone acometer la disquisición del filme «Predator». Una obra que cuenta con una puntuación de 7,9 en IMDb, y cuyas plot keys son: jungle, CIA, helicopter, predator y alien. La intención no es contar la historia de la peli, que conocemos todos y quien no la conozca debería ser ejecutado por frikinfiel, que es peor que frikireje (términos invención y propiedad de la sórdida zahúrda). Se trata de tocar los huevos de pascua que esconde esta obra maestra del cine de acción.

Corría el año 1987, tras «Rocky IV» circulaba un chiste que afirmaba que para derrotar a Sylvester Stallone sería necesario enfrentarlo a un alienígena. Es por esto que fue el primer candidato para protagonizar la película.

No obstante, los desconocidos hermanos Thomas se tomaron el chiste en serio y escribieron el guión de la peli. El elegido para dirigirla fue John McTiernan, el mismo que después llevaría a cabo «La Jungla de cristal» y «La caza del Octubre Rojo». Un director que, sin necesidad de miles de efectos especiales, ni grandes cantidades de bichos virtuales y otros tantos movimientos de cámara, sabe transmitir una escena de acción. De hecho, él fue quien insistió en que el prota fuera el tito Chuache. Probablemente, su mejor interpretación junto con Terminator 1 y 2.

El título original del film iba a ser «Hunter» (Cazador). Pero claro, esto podía revelar información sobre las intenciones del alienígena y evitarnos la sorpresa. Gracias al sutil cambio de título no fuimos a ver la peli con una idea preconcebida. Nadie imaginó que, realmente, habría hostias entre la mole de Arnold y un alien. A juzgar por el cartel publicitario, en el que aparece Mr. Universo con las venas del brazo como barras de pan congelao, vestido de militar y esgrimiendo un gran M-16, todos pensamos en un estudio zoológico en zona selvática.

El argumento de la peli es simple: un comando de boinas verdes, dirigido por el mayor Ducht, debe adentrarse en la jungla centroamericana y rescatar a un VIP. Esta misión la encarga Dillon (Apolo Creek), un ex compañero de Chuache que consiguió aprobar la oposición para personal laboral fijo en la CIA. Realmente, se trata de un ardid de Dillon, que claro, después de una oposición, sube de nivel y es capaz de engañar a la pandilla anabolizante. Lo que se pretende no es rescatar a nadie, sino evitar que unos documentos top secret acaben en manos de unos rusos que suministran armas a los guerrilleros cuates. Lo que pasa es que ya se envió a un grupo para eso y fracasó, con lo que Dillon decide ir a lo seguro y contrata a Conan.

La primera escena nos muestra a una nave que proviene del espacio y se interna en el planeta Tierra. Escena que, si la relacionamos con la susodicha portada de la peli (un tipo musculoso con un M-16 en ristre) y con el anterior papel de Arnold en «Comando» (película en la que, según un recuento personal, el Chuache causa la friolera de 107 muertes, él solo), chirría.

Tras eso, asistimos a un desfile de testosterona y hombría trufado de brazos hipertrofiados, camisetas a punto de estallar, tabaco de mascar y un lancero cohiba en la boca de Governator. Para colmo, los amigos, en lugar de chocar los cinco, se echan pulsos Dillon! HandShake Predator .

Además de Chuache (Dutch) y Apolo (Dillon), dentro del comando esteroide destacan el cowboy y el indio. A ver, tenemos un soldado, un cowboy, un indio, un negro…Village People – Macho Man OFFICIAL Music Video (short version) 1978

Jesse Ventura

Jesse Ventura. También conocido como Jesse «The body» Ventura en el ámbito de la WrestleMania, debido a su pasado como luchador. También fue presentador de radio y TV (tal vez por eso, luzca una camiseta de la MTv). Y, al igual que Arnold en California, sería gobernador en Minnesota.

Aunque hay varias versiones al respecto, se suele admitir que la estética de Ventura como luchador inspiró el personaje de Mike Haggar, en el videojuego «Final Fight». Ya sabéis, el alcalde de Metro City que, junto con Guy y Cody, decide rescatar a su hija Jessica de los pandilleros Mad Gear. Esta banda de masillas la secuestró para sabotear el plan contra el crimen diseñado por el propio Haggar en su programa político.

Así, el alcalde se enfunda el traje de repartidor y ejecuta el programa él mismo. Esto es un político y no lo que tenemos ahora. Una de las polémicas es que, entre los masillas, estaban Poison y Roxy, dos putones que recibían las mismas hostias que el resto de los miembros de Mad Gear. Por lo que Capcom decidió decir que en realidad eran transexuales travestis, o sea, que eran tan miembros-miembros de Mad Gear como los demás. La línea doctrinal de La sórdida zahúrda es que eran futanaris dominatrix, pero esto será (o no) expuesto, fenotípicamente, en otro capítulo.


Final Fight – Poison and Roxy vs Cody by Candra on deviantART

Sea como fuere, cuando Haggar dejó la alcaldía, regentó un gimnasio y siguió combatiendo el mal, esto es, pegando y maltratando, con su Spinning Clothesline, a seres de inferior condición física. Por cierto, ese golpe se lo copió un luchador ruso, Zangief, y por ello, en plan rebota-rebota y en tu culo explota, Haggar le copió al ruso su Spinning Pile Drive…A ver, me he ido completamente y además me he pasado hablando de Haggar, cosa que se hará (o no) en otro momento. Pues eso, Jesse Ventura, un tipo ataviado con sombrero australiano, tabaco de mascar y una «impaciente».

La M134 Vulcan y sus variantes se han hecho famosas sobre todo por ser el arma de apoyo de los helicópteros americanos Black Hawk y por haber aparecido en innumerables ocasiones en Hollywood, en títulos como la ya mítica «Matrix», «Depredador», «Terminator 2» o la propia «Black Hawk Derribado». Es decir, este arma se usa acoplada a un helicóptero. En la peli, la adaptan para que la pueda portar y usar un hombre, cosa que es difícil por no decir imposible. Además de ser pesada, requeriría de baterías que le suministraran la energía suficiente (cosa que, en Depredador, se hizo enchufándola a un generador y disimulando los cables). También debemos tener en cuenta el retroceso del arma, es decir, como Terminator bien, pero como humano.

Lo que no entiendo es por qué un arma cilíndrica, que escupe miles de proyectiles por segundo y que se calienta en el proceso ha sido de objeto de alegoría fálica y viril.

Sonny Landham

El siguiente talento del grupo es Sonny Landham. Indio en la peli y fuera de Matrix. Parece ser que pertenece a la tribu de los seminolas, originarios de Florida (esta etnia tiene una historia cojonuda, pero daría para otra entrega por sí sola).

Debido al escaso desarrollo de sus habilidades sociales o, dicho técnicamente, a su mala hostia, la productora tuvo que contratar a un guardaespaldas para que acompañara al actor con la intención de evitar que este se peleara con el resto del equipo. Landham acabó tirando al guardaespaldas por la ventana de la habitación del hotel donde se hospedaban.

El indio es el típico miembro del grupo que pone nerviosos a los demás con su sexto sentido para percibir el mal entre las fanerógamas. Es el nativo americano rastreador del equipo y según él: «Ahí fuera hay algo que nos está esperando, y no es ningún hombre, vamos a morir todos». Cosas así inquietan, dan mal rollo. El resto, que tienen los huevos cuadrados, lo miran con escepticismo. Pero este tipo, Billy (nombre indio donde los haya, nada de «Árbol grande», «Pequeño conejo», «Ella es juguetona», «Venado saltando la loma hacia abajo», «Yegua que corre», «Madera dura», «Blanco», «Niño que llora») percibe cosas. Habla de la selva como un ser vivo que observa. Esto me recuerda a frases de documentales, tales como «el calor húmedo, la semioscuridad de las regiones bajas, el exceso de lianas y bejucos, dificultan la penetración del hombre a la selva…».

En cualquier caso, su percepción coincide con la de los lugareños. Ya que, más adelante en el metraje, rescatan a una mujer que dice cosas como: «Cuando yo era pequeña encontramos un hombre, estaba despedazado… las viejas del pueblo se santiguaron y murmuraron cosas raras… el diablo cazador de hombres… sólo los años en que hace mucho calor… y este año es uno de ellos… el cazatrofeos de hombres le llaman… » y «¡La Jungla se lo llevó!».

El hecho es que Billy encaja perfectamente en el grupo pese a su excentricidad. Ya que, al igual que los demás, cuando va a donar sangre no usa jeringuillas sino que pide un cubo y un cuchillo. Por esto, decide plantarle cara al bicho. Para ello, saca el machete y aprieta sus amuletos. El resultado es un grito desgarrador.

Bueno, para terminar, decir que este tipo se presentó a gobernador de Kentucky, pero no salió elegido. Jamás pensé que de ese grupo saldrían tantos políticos, no coinciden con el estereotipo de político europeo. Se ve que en USA, molan los políticos más bastos que un petit suisse de morcilla.

El resto de miembros son viriles y peculiares pero no molan tanto. Eso sí, el bicho merece su apartado. Realmente, se trata de un traje en el que va un actor. Esto es relevante desde que me enteré que el primero en ocupar ese traje fue Jean-Claude Van Damme. Pretendían que los movimientos del alien fueran gráciles.

El tema es que Van Damme se agobiaba en el traje, un tipo pequeño en un traje grande, y cuando se enteró que su cara no se vería en la peli, no se lo tomó bien y abandonó. Quería protagonismo. Pero es que si predator se quita el casco y sale el careto de Van Damme la peli se habría titulado «Devastador».

Así que metieron dentro a Kevin Peter Hall, un actor de dos metros que también sale al final de la peli, pilotando el helicóptero de rescate. Parece ser que estaba especializado en dar vida a varios monstruos, es posible que su muerte de sida años más tarde tuviera que ver con esto.

En el diseño de las mandíbulas del predator influyó de manera directa James Cameron, quién en un viaje en avión se lo comentó al diseñador. Otra curiosidad respecto a las mandíbulas es que hacían que se movieran con mandos a control remoto. Pero lo importante es que cuando el monstruo se exhibe, esto es, el predator se quita el camuflaje, resulta impactante porque está ahí, existe, es real, se han pegado un curre del carajo para materializar una obra de arte que a día de hoy se puede visitar en el Planet Hollywood de Hong Kong.

Recuerdo aquel debate entre los warsies acerca de si molaba más el Yoda de peluche o el diseñado por ordenador. Tal vez, en el fondo ocurra eso, que lo sensible transmita más; claro que uno se acuerda del cartón piedra de Godzilla y no luce tanto.

No se sabe nada acerca de los genitales del predator, pero todo apunta a que una visita anterior, probablemente en la adolescencia (ya sabéis, con los primeros picores), dejó embarazadas a todas las novicias del Daughters of St Paul Convent. Nueve meses después, dieron a luz a los Miami Dolphins de 1972, el único equipo imbatido de la historia del fútbol americano profesional. Con este circunloquio, se quiere ilustrar que el bicho debe tener un par de huevos camperos, porque otro tipo de vida inteligente se topa con el comando eucaristía y se lo piensa dos veces antes de plantarles cara, de ahí lo de inteligente.

Pero, el extraterrestre, además de por su aspecto y sus arrestos, impresiona porque se nos presenta con una tecnología bélica muy superior a la terrícola. Además, el depredador es un cazador milenario. De ahí que los vaya eliminando uno a uno casi sin despeinarse, digo casi por aquella machada de «si sangra, podemos matarlo». Por eso me llamaron la atención dos escenas. Es como sí, el comando hubiera visto la lucha de Ewoks contra las mejores tropas imperiales de Palpatine en la luna de Endor, ¿cómo unos seres inferiores derrotan a un enemigo más fuerte, con una tecnología muy superior y adiestrado/clonado letalmente? Está claro, con la fuerza. Y cuando digo fuerza, no me refiero al campo de energía creado por todas las cosas vivientes, que nos rodea, nos penetra, y mantiene unida la Galaxia. No, me refiero a la fuerza bruta, con «palicos» y «pedras» a nivel Bilbao.

Y eso hacen, primero ponen trampicas a un ser rampante, camuflado, rápido, techno geek, y al que hieren destrozando una tahúlla de selva con munición de alto calibre. Por ello, quizás por estupefacción, predator, en una escena, cae presa en una red, chillando como un vulgar mamífero lagomorfo endémico. Y en la escena final, en la que combate a porta gayola con el mayor Dutch, se come el gran tronco preparado por Chuache. En esas dos escenas, falta la frase de «¡ha picao!».

En fin, una gran obra que, además de aguantar el paso del tiempo, supera con creces a muchas pelis de acción actuales. De las secuelas debemos olvidarnos, eso no es «Predator». Mejor dicho, son «Predator» después de que, predicadores heréticos y seglares reos de tendencias anti ortodoxas, metieran una pera vaginal a la madre de todos los predators y apretaran hasta la cerviz del útero. A partir de ese momento, la progenie resultante son todas las secuelas que nos han ido llegando…¡Al Ceadas con ellos! Sórdida zahúrda dixit.