El terreno que ahora se suele llamar tierras del Jar ha estado habitado desde el inicio de la historia de Noah por una veintena de tribus distintas de humanos.
Todas estas tribus comparten, a pesar de sus diferencias, dos rasgos. En primer lugar, mantienen códigos morales bastante estrictos que clasifican toda acción como benigna o maligna. Aunque los códigos presentan algunas diferencias entre ellos, resulta claro que deben tener un origen común. En segundo lugar, todas las tribus poseen tradiciones relativas a la exploración del Arché aunque de un modo más místico que la disciplinada investigación de la mayoría de archelogos modernos.
Durante el dominio del Imperio Trelo, esta región sufrió una fuerte modernización. Se construyeron minas y explotaciones de varios tipos. Tribus que hasta entonces habían sido nómadas fundaron ciudades. Y el conjunto de las tribus se organizó en un Jar, un consejo fijo formado por representantes de cada tribu. Hoy, el Jar ha evolucionado hasta convertirse en el mayor órgano de gobierno y justicia para todos los miembros de las tribus.
Gracias al comercio con Hýdôr Khthés y a la eficiente explotación de sus recursos naturales, las tierras del Jar es una de las zonas más prósperas de Noah.