No todos los pueblos de Noah aceptaron por igual a los conquistadores Trelos. Algunos habitantes de las montañas del Norte-Nor pelearon cuanto pudieron y, al no poder vencer, se replegaron y huyeron a los lugares más recónditos de sus montañas, y a las grandes cuevas excavadas por el agua bajo ellas. Durante los siglos de Imperio Trelo, nunca abandonaron. Cada generación lanzó un intento de recuperar sus tierras, y cada generación fracasó. Los Trelos lanzaron varias ofensivas, pero nunca consiguieron acabar con todos.
La continua guerra alteró la demografía de este pueblo. Históricamente los hombres habían tenido el poder, se habían ocupado de la guerra y de la espiritualidad, dejando el trabajo del campo y el cuidado de los animales a las mujeres. Pero los guerreros morían ahora siempre jóvenes, y sólo quedaban mujeres y niños. A lo largo de las generaciones el poder cambió, hasta estar en manos de las ancianas y, tras ellas, de sus hijas. También se encargaron de la enseñanza y la religión de los suyos, y siguieron trabajando la tierra (la poca a la que podían acceder) y cuidando los animales (aunque el tipo de animales había cambiado). Criaban a generación tras generación de guerreros, y muy pocos volvían cada vez.
Cuando los Trelos desaparecieron, no se enteraron. Un tiempo después lanzaron su nuevo intento, pero esta vez fue distinto: tuvieron éxito. Han recuperado sus tierras ancestrales, pero no han dejado de avanzar.